Al llegar el viernes a Toledo tras un viaje algo agotador, me escapé cámara en mano y acompañada de una persona muy especial, a uno de mis rincones favoritos. Donde tantos momentos he pasado, simplemente admirando las vistas. Sin pensar en nada. El viernes disfruté de lo últimos rayos de sol, el olor de los almendros, de las magníficas vistas y compañía.
Ha sido un fin de semana en el que todos los almendros han enseñado tímidamente sus flores. Las cuales no creo ni que aguanten esta semana de frio que ha llegado. Por eso pensé que fotografiarlo sería la mejor forma de disfrutar este momento primaveral adelantado.
La Ermita de la Virgen del Valle.
La cual goza de unas vistas espectaculares sin duda.
Pero volvió el frío, la lluvia...y lo que más odio. El viento silvador.
Mientras tanto. ¡¡A estudiar y tejer!!
Volveré.
Nota para ti: Gracias de nuevo por estar a mi lado. Te debo una enorme.